Una carrera poco usual es la que organizó la Biblioteca Pública Ildefonso Villarello de México hace pocos días. Sólo se debía recorrer un kilómetro y a paso lento, porque el primer premio sería compartido por cientos de personas.Enciclopedias, novelas, libros de texto, cualquier material fue bien recibido por los organizadores que, desde las 10:00 hasta las 16:00 horas, recibieron a familias enteras que decidieron donar los libros que ya no tenían uso en sus casas.
El programa “El Kilómetro del Libro” no sólo logró el objetivo de recaudar más de un kilómetro de publicaciones —un total de 4 mil 780 libros—, también convirtió la jornada en un evento artístico, en el que participaron grupos musicales y también se leyeron poemas en voz alta. Armando Sánchez Quintanilla, coordinador general de Bibliotecas, Publicaciones y Librerías, señaló que esta actividad fue un éxito que convocó a decenas de personas.“La intención es: primero, ayudar a la gente a que se deshaga de los libros que no le sirven ya o que no tienen utilidad práctica; segundo, ponerlos en colecciones especiales, que no son las colecciones que nos da la Dirección Federal de Bibliotecas que están inventariadas y que son bienes de la nación que nosotros no podemos mover.“Nosotros les estamos dando a las personas la alternativa de que se deshagan de los libros y que nosotros podamos revalorarlos para darles otra utilidad”, precisó. Los libros que estén en buen estado, señaló el funcionario, se van a poner en una colección de consulta general en la Biblioteca Central o en alguna de las 32 bibliotecas que hay en Saltillo. “Los libros que no estén en muy buen estado, pero que todavía sean útiles, los vamos a regalar a través de otro proyecto de esta misma biblioteca que se llama “Biblioteca sin Muros”, y que consiste en que determinados fines de semana la biblioteca “Ildefonso Villarello” se instala en alguna plaza pública, en algún mercado, en algún centro comercial, y ahí otorgamos credenciales a las personas que quieran ser parte de nuestros lectores en esta biblioteca, además hay una mesa especial en donde se regalan libros”, explicó.
Señaló que la experiencia ha sido magnífica, porque cuando la gente ve el letrero “Libros Gratis” no puede resistir el acercarse y mirar los títulos. Además, este programa que saca estantes y libros a las calles y plazas, ofrece a la comunidad la oportunidad de conocer otros servicios gratuitos que ofrece la red estatal de bibliotecas, como el préstamo de libros, talleres y cuentacuentos.“A través de ‘Bibliotecas sin Muros’ nosotros le damos salida a todos los libros que están todavia en buen estado, que ya no deben estar en la biblioteca, pero que pueden estar en las manos de alguna otra persona. De esa manera mantenemos circulando la lectura”, finalizó.
1 comentario:
Con la temeridad de la juventud, mientras mis amigos soñaban con hechos heroicos en el campo de la ingeniería o el derecho, las finanzas o la política nacional, yo soñaba con llegar a ser bibliotecario. La inercia y una mal reprimida afición a los viajes decidieron otra cosa. Hoy, sin embargo, cumplidos los cincuenta y seis años («la edad» —como afirma Dostoyevski en El idiota—, «a la cual puede decirse con razón que comienza la verdadera vida»), he vuelto a ese temprano ideal y, aunque no puedo decir que sea propiamente bibliotecario, vivo entre estanterías cada vez más numerosas cuyos límites comienzan a desdibujarse o a coincidir con los de mi casa. El título de este libro debería haber sido Viajes alrededor de mi cuarto.
ALBERTO Manguel
La biblioteca de noche
saludos.
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