Tecnolopos culturales

Como concepto, los tecnopolos nacen espontáneamente a fines de los años setenta. El lingüista Francés Pierre Lafitte los define como "la acción de juntar, dentro de una misma localización, actividades de alta tecnología, centros de investigación, empresas y universidades, además de instituciones financieras, para promover el contacto entre estos cuerpos, de tal manera de producir un efecto sinérgico del cual puedan emerger nuevas ideas e innovación tecnológica, para luego promover la creación de nuevas empresas".

La aplicación del concepto a la cultura está determinada por la viabilidad industrial que los gobiernos locales le otorgan a este sector, concibiéndolo como estrategia y vía de desarrollo económico. Esta viabilidad se apoya en la explotación del potencial universitario y de investigación existente en un territorio, de cara a formar un micro sistema innovador que gire sobre tres ejes: formación-investigación-producción. En Europa podemos encontrar ejemplos de tecnopolos culturales en Montpellier, Colonia, Madrid y Poitiers.

En Montpellier, ciudad ubicada en el sur de Francia, el desafío "tecnopolar" consistió en potenciar una nueva actividad económica, la audiovisual; en Colonia, la cuarta ciudad más grande de Alemania, la innovación se fundó en la producción audiovisual, servicios de telecomunicación, animación cultural, investigación y formación con un enfoque de intervención estatal e internacional; en Madrid, España, debido a una importante industria audiovisual que estaba desorganizada, se propone el proyecto tecnopolar "Ciudad de la imagen", el cual busca construir un polo de atracción para la producción y los servicios audiovisuales; en Poitiers, Francia, se ejecuta el proyecto tecnopólico "Futuroscope", que se propone crear nuevas bases de industrialización basadas en el desarrollo de parques temáticos para el ocio, la formación y los servicios de telecomunicación.

Más detalles sobre experiencias y proyectos del enfoque tecnopolar en la cultura: revista TELOS .